El pasado anda atrás de nosotros

Me fue imposible identificar qué palabras, qué expresiones o formas sintácticas, qué entonaciones o pausas, me habían delatado; según yo, después de unos días en México era capaz de adaptarme, de recuperar mi manera de hablar y de adoptar las novedades, de mimetizarme.

todo de marca para demostrar que el vaquero había evolucionado a profesionista

No es que todavía me gustara, no, pero me seguía gustando entonces, en el recuerdo, no es fácil explicarl

era una de sus especialidades, imponer su verdad, aunque fuera mentira,

La llamada, nostálgica y triste –Everardo era el primero de nosotros en morirse–, me dejó en peor estado de ánimo

los de nuestra generación nos habíamos casado jóvenes, como se hacía antes, a los veintipocos, pero lo que no habíamos hecho como los de antes era aguantar hasta que la muerte nos separara.

que había sido poblado, desde la Colonia, a través del método del embarazo no deseado.

La salud de nuestros papás resultó ser un tema del que podíamos hablar con naturalidad, atenuando la incomodidad del reencuentro –y evitando ponernos al día sobre parejas e hijos–; era un asunto al que los cuatro estábamos acostumbrados, era ley de vida, por nuestra edad, era lo que nos tocaba enfrentar ahora

No era verdad, porque sí venía, solía venir con cierta regularidad, pero no salía mucho, me la pasaba encerrado en casa de mis papás porque a eso venía, a verlos, a estar con ellos, a cuidarlos, a resolver asuntos domésticos

De nuestro lado, arriba, en el cerro, la pendiente pronunciada complicaba el abastecimiento, aunque, como ya conté también, lo que más lo dificultaba era la corrupción administrativa.