—¿Es que no lo entiendes? —preguntó, y sacudió la cabeza—. Los salvajes, los lunáticos, los incomprendidos, los que muchos han bautizado como marcados por los duendes… Todos pertenecen al Rey de los Duendes, o eso cuentan las malas lenguas. Su talento es fruto del Mundo Subterráneo, su genialidad, su pasión, su obsesión, su arte. Le pertenecen, pues son criaturas de Der Erlkönig.
Criaturas de Der Erlkönig. Constanze nos llamaba así desde que éramos dos mocosos, tanto a Josef como a mí, pero siempre creí que se refería a los que todavía creíamos con firmeza en el Mundo Subterráneo.
—¿Y a Magda se la llevaron por su… talento?
El rostro del rector era