No todos los dioses fueron creados del mismo modo.
Primero, Sol moldeó a los Dorados, poderosos pero motivados por la vanidad.
Luego, Sol moldeó a los Jades, amables pero motivados por el deber.
En tercer lugar, Sol moldeó a los Obsidianos, astutos pero movidos por la crueldad.
Por último, Sol creó a los humanos, mortales pero capaces de sentir pasión y alegría infinitas.
Reino del Sol estaba colmado de amor y de luz.
Pero no duró.
Sol les encomendó a sus hijos celestiales cuidar de los mortales y ayudarlos a prosperar.
Y les entregó obsequios de estrellas caídas del cielo.
A un Jade en particular, digno de su confianza, le entregó el poder de la Buena Fortuna,