La memoria vuelve a los libros rusos y recupera narraciones portentosas descubiertas en largas horas de lectura. Siempre enriqueció al lector el tesoro de la literatura en lengua rusa con acontecimientos y personajes sorprendentes y con figuras de escritores cuyas vidas parecen fruto de la fantasía.¯ Bellas palabras de Juan Eduardo Zúñiga que consiguen contagiar al lector su amor por Pushkin, Chéjov, Dostoyevski, Lérmontov, Turguéniev… todos escritores que destacaron por su vocación de transformar su experiencia en belleza y verdad, por la fuerza de sus historias y la solidez de sus personajes.
Al leer estas páginas, nos sentimos de nuevo extasiados por mujeres soñadas, acariciando el perfumado cuerpo de Anna Karénina, atraídos por la fragilidad de la Nina de La gaviota de Chéjov, seducidos por las manos de la Tatiana de Eugenio Oneguin y por la mirada altiva de Grúshenka, la amante de los hermanos Karamázov; subyugados por campos brumosos y ciudades pobladas de fantasmas que pertenecen ya, en palabras de Andréi Beli, ®al país de los sueños¯ por obra y arte de la creación literaria; cautivados por los héroes torturados de Dostoyesvki, por la pasión contenida y el dolor íntimo en Turguéniev o la obsesión de Lérmontov por ®el momento final¯… Un éxtasis, una riqueza literaria que Juan Eduardo Zúñiga recupera en Desde los bosques nevados con el entusiasmo propio de quien se sabe deudor y partícipe de un universo intemporal.