Se impone formar parte de ello, pues solo quien participa en el crimen estatal o quien lo acepta sin decir nada tiene una oportunidad. La participación y el silencio al respecto se convierten en condición indispensable para todo ascenso social. Ahora bien, cuando ya se ha ascendido, el silencio no suele bastar. Quien se ha establecido arriba tiene que justificar su ascenso mediante la acción diaria. A todo el que ha ascendido se le puede hacer bajar de nuevo. Así pues, hay que demostrar una y otra vez al Estado que tal ascenso le ha merecido la pena.