Los mayores bienes son congojosos, y nunca se ha de dar menos crédito a la fortuna que cuando se muestra favorable. Para conservarnos en una buena dicha, necesitamos de otra y de hacer votos para que duren los buenos sucesos; porque todo lo que viene de mano de la fortuna es inestable, y lo que subió más alto está en mayor disposición de caída, sin que cause deleite lo que amenaza ruina: y así es forzoso que no sólo sea brevísima, sino miserable la vida de aquellos que con gran trabajo adquieren lo que con mayor han de poseer. Consiguen con su sudor lo que desean, y poseen con ansias lo que adquirieron con trabajo; y con esto no cuidan del tiempo, que pasando una vez, jamás ha de volver. A las antiguas ocupaciones sustituyen otras de nuevo; una esperanza despierta a otra, y una ambición a otra ambición; no se busca el fin de los trabajos, pero múdase la materia. Nuestras honras nos atormentan, pero más tiempo nos consumen las ajenas; acábase el trabajo de nuestra pretensión, y comenzamos el de las intercesiones