Cada tradición religiosa es depositaria de un núcleo revelatorio que le es confiado. A través de él se accede a un atisbo de realidad. Sin captar este núcleo, es imposible comprender la constelación de símbolos y de creencias que caracterizan a cada religión y que emanan de tales epicentros. El presente ensayo incursiona en la experiencia revelatoria de las principales configuraciones religiosas de la humanidad con la intención de establecer criterios de discernimiento para valorar la cualidad de tales fenómenos y manifestaciones. El autor trata de acercarse al trasfondo místico que subyace a cada tradición, señalando aquello que conlleva toda verdadera experiencia religiosa: su capacidad de abrir a una mayor realidad en la triple dimensión que constituye lo Real, esto es, hacia un mayor sentido de trascendencia, hacia una mayor finura y comprensión de lo humano y hacia un mayor respeto y reverencia por la naturaleza. Para ello, se recorren diversos aspectos que constituyen el fenómeno de revelación: los factores culturales, psicológicos, institucionales, epocales y sobre todo, la disposición interior. En último término, la posición del autor es que el ser humano está constitutivamente abierto a mayor realidad, y que nos hallamos sólo en el inicio de esta apertura.