Trabajando en varios casos al mismo tiempo, los detectives de homicidios Turner Hahn y Frank Morales tienen suficientes problemas.
Turner es un hombre con un inquietante parecido a un ídolo de cine de los años 30. Tiene el mismo pelo negro azabache, la misma sonrisa enjuta y sardónica que le cruje los labios, y los mismos hoyuelos profundos en la cara. Es rico, inteligente y tiene un coche genial.
Frank es un fenómeno genético. Grande, sin cuello aparente, tiene el pelo rojo zanahoria recogido y un espeso bigote del mismo color. Bajo la superficie esconde una memoria eidética que no olvida nada y el mismo ingenio seco y sardónico de su compañero.
Cuando surge un caso difícil, los altos mandos se los asignan a Turner y Frank. Los casos que nadie quiere tocar son los que mejor resuelven estos dos. Y lo hacen con un estilo propio.