Se reúnen en este texto tres historias independientes de personajes que comparten la cotidianidad habanera, sobre todo su nocturnidad. Ellas contienen un elemento común: el muro del malecón, lugar de grandes misterios y confidencias, donde se dan cita cubanos y extranjeros, ya sea para enamorar, tomar el fresco marino en las noches calurosas o admirar la majestuosidad de su belleza. La trama de estos cuentos, hilvanada con sutileza por el autor, pone al desnudo la cara de algunos seres que viven en la sociedad cubana al amparo de su propia sombra.