Emociones lentas

YO ME SACO ESTO QUE TRAIGO
y te lo dejo
como dejan algunos perros
pájaros muertos en la puerta de sus dueños.

Con inocencia
y con exceso.

me decía sí, ahora me voy a levantar
y voy a escribir esas líneas definitivas de venganza
y bronca y dolor y repulsión y venganza
y todo va a estar bien después, el poema

PERO ¿Y DESPUÉS?

¿Qué se puede hacer
con una emoción
que ya tuvo su turno,
su hora de seda?

UN CORAZÓN ITALIANO COMO EL MÍO
no puede menos que servir
en el plato
mucho más de lo que se puede comer
sin empacharse.

Ahora estás mirando ese plato
de frente
con los cubiertos limpios
sobre una servilleta blanca.

Yo estoy en el poema, ahora, preguntándome
si existió o no ese animal oscuro entre nosotros.
Yo estoy en el poema, ahora,
cambiando los tiempos verbales a pasado.

Pero a mí me gusta creerlo todo.

O que la exactitud
es una versión más
entre todas las posibles
de un hecho.

Da Vinci inventó, además, la servilleta
(dicen)
y antes de ese invento
se limpiaban las manos con conejos blancos
vivos
atados a las patas de las sillas.

Ahora todo está como si siempre hubiera estado así.

En pocas semanas
a nadie se le ocurrirá
que antes hubo
por un solo día
medio trabajo hecho.

Yo te decía la verdad pero la verdad cambió.

MADERA QUE PUDO HABER SIDO FUEGO

Las cosas conquistan sus formas;
nubes bajas, muy lejos de donde estamos
un escape sigiloso
que las hormigas
habían estado planificando por siglos
y ejecutaron
como si se les acabara de ocurrir.

Ofreciste esos ojos
a las infinitas capas de distancia
que separan y unen el futuro
y el futuro miró hacia otro lado

pero sólo para mostrarte sus hilos.