Rita Indiana

La mucama de Omicunlé

  • Raquelhas quoted4 years ago
    Dentro de unos años, cuando los que llegamos a verlo hayamos desaparecido, la gente hablará del mar lleno de peces como si fuera de unicornios».
  • Ani Hernándezhas quoted4 years ago
    Para cuando terminó el primer año, Goya tenía un par de amigos que había conquistado con la marihuana haitiana que capeaba en la capital, y aunque sus trabajos seguían pareciendo ilustraciones de los Testigos de Jehová, ahora reinaba en ellos cierta ironía.
  • Carolina Reyeshas quoted4 years ago
    Sus compañeros eran niños ricos con Macs y cámaras digitales que hablaban de Fluxus, videoarte, videoacción, arte contemporáneo
  • Jocelyne Garcíahas quoted9 days ago
    que cómica la desesperación del que ignora que un destino maravilloso lo aguarda a la vuelta de la esquina.
  • Jocelyne Garcíahas quoted16 days ago
    Yo había vivido toda la vida negando las cosas que veía y sentía.
  • Montserrat Almazán (Literalmente)has quoted6 months ago
    Olokun, una deidad más antigua que el mundo, el mar mismo
  • Elizabeth Mariscalhas quoted6 months ago
    En poco tiempo se olvidará de Acilde, de Roque, incluso de lo que vive en un hueco allá abajo en el arrecife.
  • Elizabeth Mariscalhas quoted6 months ago
    Sintió la intensa pulsión de sus tres vidas al mismo tiempo
  • Elizabeth Mariscalhas quoted6 months ago
    aceptara esas armas biológicas
  • Silvia Arenashas quoted6 months ago
    De pequeño, cada vez que alguien le decía «mono», «maldito mono» o «mono der diablo», dibujaba un Goku dando una patada o haciendo uso de uno de sus poderes especiales. Había llenado cuadernos enteros para sobrevivir a las palabras que salían incluso de boca de su madre o sus hermanos, soñando con que un día, tras encontrar a un maestro como Mr. Miyagi o Yoda, adquiriría los superpoderes para vencer al enemigo, esa gran boca sucia que lo hería y debilitaba. A falta de un sensei, Malagueta ideó una salida: el aire pestilente de los insultos hincharía sus músculos, bombeando sus brazos debajo de pesas sin fin y lo convertirían en un gorila con el que nadie se querría meter: una máquina de batear bolas.
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