En el verano de 1302, mientras Eduardo I de Inglaterra y Felipe IV de Francia mantienen cordiales relaciones diplomáticas, sus agentes secretos libran una dura guerra sucia en los bajos fondos de París. De nada le sirve a Eduardo y a su escribano mayor de la Cancillería, Sir Hugo Corbett, lograr acceder a los enigmáticos planes de Felipe para invadir Flandes si no son capaces de descifrar la clave tras la que se ocultan. Pero este es tal vez el menos de los problemas de Corbett en esta ocasión. Los hombres de Robín Hood, que han sembrado el pánico entre los recaudadores de impuestos, y un agente enviado por la corte francesa, cuyo único objetivo es matar a Corbett, añadirán dificultades a su misión.