Nunca antes había experimentado el repentino estremecimiento de comprensión que viaja desde la palabra hasta el corazón pasando por el cerebro, la forma en que un idioma nuevo se mueve, se enrosca, cobra vida bajo los ojos, el salto casi salvaje de entendimiento, la liberación instantánea y dichosa del significado, la forma en que las palabras se despojan de sus cuerpos impresos en un destello de luz y calor.