La cerveza belga Het Kapittel Pater, la alemana Franziskaner y la irlandesa Guiness, que, dicho sea de paso, tuvo su origen en la Abadía de San Francisco en 1710, dan muestra de lo anterior. Cabe mencionar que la exclusividad en el consumo de la cerveza no la poseía el sexo masculino. En conventos europeos, las monjas apreciaban una cerveza a la que llamaban Celia y disfrutaban bajo el pretexto de recordar la sed que padeció Jesucristo en su martirio.