Podemos estar seguros de que esta obra trata de algo más que de un pasatiempo o desahogo del anciano Cervantes, de una intrascendente «evasión». Pues si en parte es esto último, lo es porque la «evasión», como la “inverosimilitud”, fueron anhelos centrales del espíritu cervantino”. El viaje no es nada más y nada menos que el testamento poético de Cervantes, que lo escribió pensando “cantar con voz tan entonada y viva, que piensen que soy cisne y que me muero”.