«Conversaciones angolanas es, entre otras cosas, una novela de viajes. Pero no se trata de rutas de paisajes mudos entre breves y sórdidas paradas de un camino infinito, sino de viajes para quedarse. Para quedarse impregnados en el mapa del cuerpo del autor, que desde allí lo derrama en sus relatos.
De bajar del avión a un sitio extraño, imaginado desde acá, a través de fotografías inconexas en la frontera del prejuicio y la ignorancia, vacío de recuerdos, a llegar al humano territorio que empuja, puja y libera vida, aire, sudor, temblor, caos, basura, miseria, árbol, savia, sangre y sueños.
Esta historia nos acerca a olores nauseabundos y deliciosos, al polvo que se bebe al caminar, a voces y silencios, a la cadencia a veces lenta y otras veces frenética del día, a historias personales y colectivas, hasta reconocernos en las huellas y los pasos, en un lugar que después de la novedad de los primeros encuentros, es cotidianamente nuestro» (Raquel Lejtrejer).