Para los seguidores de Olofin y en pleno corazón de la África medieval, lo blanco solo era bueno como comida, y lo siguen pensando, por eso es que, tanto albinos como gente demasiado blanca de pelo, exceptuando a los ancianos, y de piel, son siempre invitados o bienvenidos a una cena en la que ellos son el plato principal.