En Cuba, le explicaba Domínguez, feminismo quería decir algo más que apoyar los derechos políticos de las mujeres: significaba una transformación radical, no sólo igualdad política y civil, sino también justicia económica y social para las mujeres trabajadoras, y derechos civiles y políticos para todo el mundo, hombres y mujeres que sufrían bajo el yugo de una dictadura y del imperialismo estadounidense. Domínguez acababa de fundar en la isla un nuevo grupo feminista que abrazaba todos estos objetivos.3