Ella se quedó quieta un momento. No esperaba que dijera eso. Parecía incómodo, como si lo hubiera soltado sin pensar. Alice sintió un hormigueo extraño que empezó en su estómago y terminó extendiéndose por todo su cuerpo. Sin darse cuenta, se acercó un poco más a él y Rhett no se apartó.
Así que, sin pensarlo dos veces, terminó de acortar la distancia entre ellos y lo besó.
Él se quedó de piedra, pero ella no se detuvo. Recordó las películas y los consejos de Trisha. Estaba tan nerviosa que era difícil obedecerlos con precisión. Tenía una mano en su hombro y otra apoyada en el suelo. Mantuvo los labios sobre los suyos, pero Rhett no se movió.
De hecho… No, no se movía.
Ay, no.
Se separó al cabo de unos segundos, tragando saliva, y esperó. Rhett la miraba fijamente.
Ay, no, no, no.
¿Y si no había hecho lo correcto?
¡Ay, no!
¿Y si se había precipitado?
Empezó a ponerse muy nerviosa, allí sentada, en el suelo junto a él.
Seguro que lo había estropeado todo. Seguro que a partir de ese momento no…
Rhett interrumpió el hilo de sus pensamientos. Le puso una mano en la nuca y la arrastró de nuevo hacia él para besarla. Alice abrió mucho los ojos, sorprendida.
Vale, ¿y ahora qué se hacía?
¡No se podía creer que ella, la androide 43, estuviera besando a alguien! Unos meses atrás, había entrado en pánico solo por un roce de manos. Y ahora estaba besándose con Rhett. Y no se arrepentía. Ni un poquito.
Esos primeros segundos fueron de pánico absoluto, pero después sintió que su cuerpo se relajaba y se atrevió a mover las manos hasta la nuca de Rhett, olvidándose por completo de los consejos de Trisha, de las películas y de cualquier cosa que no fuera lo que estaba sucediendo en esa habitación. Sus dedos se enredaron entre los cortos mechones de pelo del chico y, al tirar ligeramente de ellos, sintió la respuesta inmediata en el cuerpo de Rhett, que pegó bruscamente su pecho al suyo.
El impulso hizo que ella cayera torpemente hacia atrás y hubiera un momento de silencio cuando abrió los ojos, ahora tumbada en el suelo. Sin embargo, no le dio tiempo a pensarlo antes de sentir que él clavaba un codo junto a su sien y se inclinaba para besarla otra vez, aunque ahora de forma distinta. Mucho menos controlada. Alice empezó a sentir que la cabeza le daba vueltas cuando acarició sus bíceps. Tuvo la respuesta que buscaba al instante, porque él se inclinó todavía más y…