Las personas, en nuestra complejidad, estamos llamadas a comprender que somos la sumatoria de diferentes aspectos. Ejemplo de ello es cuando entendemos que la razón es un bien invaluable, pero no el único; la posibilidad de sorprendernos y de ver más allá de lo evidente nos hace únicos. En el caso particular de los emprendedores, vemos cómo, al igual que los artistas, permiten que una “pincelada” dé luz a su proyecto empresarial. Este requiere una sensibilidad única e irrepetible, fruto de su dimensión física, intelectual y espiritual. El arte maximiza estas dimensiones al permitir comprender la belleza de la realidad, así como ver el mar de oportunidades que solo los verdaderos emprendedores logran descubrir.