La incorporación de la llamada generación millenial al ámbito de la literatura en general y de la poesía en particular, ha provocado un cambio en los modos de producción y recepción del poema. Los jóvenes utilizan ahora las herramientas digitales como algo inherente a su cotidianeidad, como la fórmula para intercomunicarse con el mundo (la amistad en ese entorno virtual se mide ahora en número de seguidores o de likes), especialmente en contextos no formales que al final son los que sustancian el día a día. Y con esos parámetros miran también la literatura. Las estructuras de difusión de la poesía han sufrido una evolución tan rápida y tan ágil hacia este camino de lo digital que ha pillado desprevenidos tanto al lector tradicional como a los autores que responden a parámetros canónicos.