Es posible que los espantapájaros provengan, en última instancia, de las estatuas de madera del dios Príapo, que tanto griegos como romanos colocaban en los campos. Príapo era hijo de Dioniso, dios del vino, y Venus, diosa del amor. A pesar de tan distinguida alcurnia, Príapo era famoso por su fealdad, tanto que incluso los pájaros se atemorizaban al verlo. Las imágenes de Príapo mostraban al dios con una clava en una mano, y lo pintaban de color morado para hacerlo especialmente aterrador. En la otra mano, el dios llevaba una hoz a la expectativa de la abundante cosecha que estaba por llegar.
Otra teoría dice que los espantapájaros podrían remontarse a los muñecos de las cosechas, que se hacían de manera tradicional con la última gavilla de una cosecha. En ocasiones se llamaba hag («vieja bruja») a estos muñecos en Escocia, corn dolly («muñeco del trigo») en Inglaterra, baba en Polonia y kornwolf en Alemania. Era frecuente llevar en procesión por los campos el muñeco de la cosecha, que representaba el espíritu del grano. El espantapájaros, que se alzaba sobre los campos como el chapitel de una iglesia medieval sobre el pueblo, desde luego que parece ser el alma del campo. Los espantapájaros podrían estar también relacionados con los sacrificios humanos que los druidas llevaban a cabo en el campo para asegurarse una cosecha abundante, pero estas teorías, como poco, están tan basadas en nuestra intuición como pudieran estarlo en cualquier prueba concreta.