Unos ojos que pueden hacer olvidar el fondo negro del pasado. Unos ojos que pueden hacer que el presente se vuelva claro, al alcance de la mano, intenso. Unos ojos que pueden hacer que el futuro brille diáfano si se los conquista, si la promesa de deseo y complicidad que tienen se cumple. Máximo Uriarte, un hombre condenado por su actividad -que los hombres de la Buenos Aires de fines del siglo XIX frecuentan por lo bajo, en silencio-, se ha visto perdido en los ojos grises de Béatrice Salcedo, una muchacha llegada hace poco de Francia; una muchacha que escapa de su pasado para encontrar a Nicanor Salcedo, el padre que le fue negado toda la vida. Cuando Béatrice conoce a Máximo, queda encantada por él, seducida, ilusionada; se siente correspondida y, por primera vez en mucho tiempo, descubre que las pesadillas de su pasado francés comienzan a evaporarse. Sin embargo, algo más que la condena social por la profesión de él se cierne sobre ellos: una trágica muerte, ocurrida muchos años antes, liga en el rencor a Máximo Uriarte y a Nicanor Salcedo. El vínculo, entonces, entre Béatrice y Máximo se vuelve doblemente clandestino. Entre Buenos Aires y París, entre las intensas candilejas de la ópera y los tenues faroles de los cabarets transcurre esta historia capaz de atravesar las luces y las sombras de una sociedad en formación. Completan ese retrato personajes como el doctor Justo Heredia que investiga y aporta al fascinante crecimiento del psicoanálisis, su asistente Clarisa Carreras, por quien se siente capaz de todo, y los inolvidables pobladores de la colonia La Promesa.