Flavio Josefo justifica en su Autobiografía su ingreso en el bando romano tras la revuelta de los judíos. Por su conocimiento y descripción de ambos, ofrece una muy interesante valoración comparada.
Josefo (c. 37–38-Roma, 101), historiador judío fariseo, nació unos treinta y cinco años antes de que los romanos destruyeran Jerusalén: en el año 66 estalló la Gran Revuelta Judía, y Josefo fue nombrado comandante en jefe de Galilea. Fue hecho prisionero, pero Vespasiano (a quien el primero pronosticó, con acierto, que él y su hijo Tito llegarían a emperadores) lo liberó, a raíz de lo cual devino Flavio Josefo. Al lado del Estado Mayor romano, pudo observar el resto de una guerra cuya enorme importancia entendió de inmediato. A su término (70) viajó a Roma, donde permanecería desde el 71 hasta su muerte. Fue manumitido y percibió la ciudadanía romana y una pensión anual que le permitió consagrarse a componer la historia de la guerra judía y otras obras.
Su Autobiografía está en gran medida dedicada a justificar su paso al bando romano. Este texto breve da algunas noticias de tipo personal –genealogía, educación, primer viaje a Roma, reacción frente a la revuelta judía, relaciones con los emperadores de la dinastía Flavia…–, pero sobre todo se centra en su actuación en Galilea como delegado del gobierno de Jerusalén, para defenderse de ciertos reproches y acusaciones.
Sobre la antigüedad de los judíos, aparecida en Roma hacia 93/94 d.C., aspira a ser una historia general del pueblo judío desde la creación del mundo hasta la gran rebelión contra Roma (66 d.C.), que el propio Flavio José narró casi veinte años después en La guerra de los judíos (también en Biblioteca Clásica Gredos). También conocida por el título de Contra Apión (un filólogo alejandrino), constituye una encendida defensa de la religión y las costumbres judías.