Si el arsénico es un asesino paciente, que se esconde en los tejidos más profundos de tu cuerpo y se acumula allí durante años, el cianuro te roba el aliento. Una concentración suficientemente alta estimula de golpe los receptores químicos del cuerpo carotídeo, gatillando un reflejo que literalmente corta la respiración, descrito en la literatura médica inglesa como an audible gasp que antecede a la taquicardia, la apnea, las convulsiones y el colapso cardiovascular.