En el Congreso de los socialdemócratas alemanes, (Erfurt, 1891), uno de los más brillantes teóricos del socialismo alemán, Karl Kautsky, buen conocedor del marxismo, se encargó de redactar un programa que encajaba con las tesis marxistas. Se recalcaba el internacionalismo proletario y la socialización de los medios de producción así como el objetivo de conquistar el poder obrero, al tiempo que se proponía una serie de medidas legislativas concretas para mejorar las condiciones de los trabajadores, lo que permitía una vía reformista, tales como una reforma fiscal, la prohibición del trabajo para los menores de catorce años, la extensión del sufragio universal para las mujeres prusianas, la enseñanza laica y la lucha por la jornada de ocho horas.