Al frente del salón, una profesora suplente mira la pantalla de su computadora con el rostro inexpresivo. Se supone que deberíamos estar haciendo ejercicios de práctica de trigonometría, pero al parecer los treinta y cuatro alumnos tenemos un acuerdo tácito: no haremos nada, dejaremos libre a la suplente para que analice la cuenta de Instagram de su especie de novio.