Nueva Metafísica 4 en 1

En esta situación hay un bien escondido para mí, bendigo ese bien y pido que se manifieste. Gracias Padre, que ya me oíste. Verás cómo rápidamente cambian las circunstancias, tornándose positivo lo que hasta hace poco te parecía negativo. Cuando esto suceda, no te olvides de agradecer una vez más.

Amada y Poderosa Presencia «Yo Soy», este es tu cuerpo! ¡Asume el comando y posesión completa de él! ¡Barre a través de él con tu corriente purificadora de energía! ¡Saca fuera de él toda cosa que sea menor que Tu Perfección y llénalo con toda cosa Divina! ¡Mantén tu Divino Control en y sobre mí y mi mundo, y vela para que yo no permita de nuevo que la discordia o la imperfección recalifiquen mal Tu Perfecta Energía! Cárgame con Tu Salud y mantenla sostenida eternamente. Yo acepto la manifestación instantánea y te doy las gracias y bendiciones a Ti para siempre.

Saludo y bendigo la Todopoderosa Presencia de Dios «Yo Soy» en mí y del Cristo Radiante.
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«Yo Soy» el Cristo en acción.
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Dios se encuentra en mí y «Yo Soy» Uno con mi Cristo Interno.
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«Yo Soy» la brillante, radiante presencia de Dios, sin limitaciones, sin tiempo ni edad, sin impurezas y sin imperfecciones.
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La segunda etapa consiste en aquietar la mente y el cuerpo. Lentamente, vas recorriendo tu cuerpo y a cada parte inquieta le ordenas que se aquiete. Lo mismo haces con tu mente, vaciándola de contenido. En todos los casos, debes decir:
Aquiétate, «Yo Soy» la Divina Presencia en acción.
• Una vez que hayas conseguido aquietar tu cuerpo y dejar tu mente en blanco puedes ingresar en la última etapa. Debes visualizar un punto de luz dentro de tu corazón. En principio, ese punto es muy pequeño, pero de a poco va creciendo y puedes sentir cómo aumenta su intensidad. Centra tu atención en los latidos del corazón. Con cada latido, el punto de luz crece hasta convertirse en un verdadero Sol que irradia energía de la Divina Presencia Crística a todo tu ser. Siéntete dueño de ese Sol y afírmalo con la siguiente oración:
«Yo Soy» un Sol e irradio Luz. «Yo Soy» el Sol de la Divina Presencia Crística, pues su Luz está en mí y yo la expando desde mi corazón.
• El objetivo final de toda contemplación es gozar de ese estado de éxtasis que nos otorga el entrar en contacto con la Divinidad que mora en nosotros, de modo que puedes permanecer con la atención centrada en tu corazón todo el tiempo que lo desees, sintiendo cómo irradias luz y calor desde tu corazón hacia todo tu ser, envolviéndote en la misma luz que emites.

negativas del Plano Astral.
Invocando el poder de la Luz, se forma alrededor nuestro un campo de fuerza que nos aísla y nos protege de todo foco de perturbación. Visualizando un halo de luz blanca y brillante alrededor del cuerpo decretamos la protección:

primera es protegernos para evitar interferencias de otras mentes y alejar influencias nega

n la primera etapa de la meditación sólo tienes una vaga idea sobre el tema a meditar. No te preocupes por ello, lo importante es que nada perturbe tu concentración. De a poco, la energía va cerrándose sobre sí misma alrededor del núcleo que tú coloques en tu interior.
En la segunda etapa, esa idea se clarifica, toma entidad, es decir que te aproximas un paso más al descubrimiento que estás necesitando. Esto implica que te conectas con la periferia del sentimiento que estás buscando, al mismo tiempo que tu Yo Superior te conduce hacia él.
En una tercera etapa, puedes percibir los diferentes grados de ese sentimiento, y cómo tu Yo Superior te guía en el aprendizaje de los mismos por medio de palabras, luces, formas, sensaciones corporales, etc.
A esta altura de la meditación, ya podemos hablar de una amplificación de la conciencia. Bien puedes interpretarlo como un despertar de la Conciencia Crística o como un estado no ordinario de la conciencia.
Finalmente, en la cuarta etapa, cuando has alcanzado el núcleo del sentimiento en cuestión y es claro para tu Yo Superior que has alcanzado la comprensión de la esencia misma de dicha emoción, las respuestas brotan de tu corazón y se expanden por tu conciencia.

Yo te quito todo poder, tú no puedes afectarme ni a mí ni a mi ambiente. Yo ordeno, a través de mi Amada Presencia, que esta situación sea ajustada y que se manifiesten el orden y la armonía. En el nombre de mi Amada Presencia «Yo Soy», por el poder y la autoridad que me confiere, yo desbarato esto.

or el poder de Cristo en mí, me dirijo al Cristo en ti para recordarte que tú eres conciencia, amor e inteligencia divinas. Concentro todas las vibraciones negativas que emites y, envolviéndolas en amor, te las devuelvo con mi bendición. Sólo la Presencia de Dios «Yo Soy» puede actuar en ti

enfermedad que no se cure con suficiente amor. No hay puerta que no abra el suficiente amor, ni abismo que no pueda zanjar el suficiente amor. No hay muro que el suficiente amor no derrumbe, ni pecado que el suficiente amor no redima.