La promesa de Dios es PROSPERARNOS, Dios ya había prometido a Abraham en Génesis 22.17 su bendición y PROSPERIDAD: «De cierto te bendeciré (PROSPERARÉ), y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar» (interpretación añadida por el autor); así como Dios lo prometió a Abraham, lo hace conmigo y con usted, pues Él es el mismo ayer, hoy, y por los siglos, Él no cambia. En el salmo 1.3 también Dios dice: «Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace PROSPERARÁ» (mayúsculas agregadas por el autor). Somos plantío de Jehová, árbol suyo, estamos plantados en Cristo y tendremos fruto en su tiempo. Debe saber siempre que es de Dios de donde provienen todas las bendiciones, sean físicas, espirituales o materiales, lo dice Deuteronomio 8.12, 14, 17 y 18: «No suceda que comas y te sacias, y edifiques buenas casas en que habites… y se enorgullezca tu corazón, y te OLVIDES de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre… y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas» (mayúsculas agregadas). Como cristianos y siervos de Dios reconocemos que toda bendición y prosperidad viene de Él a nuestras vidas, por más que nos esforcemos, trabajemos y seamos fieles, si Él no nos bendice, no seremos bendecidos, pero su promesa es de bendecirnos y prosperarnos. Él nos da el poder para trabajar, la salud, las invitaciones para predicar, es Él quien PROSPERA nuestras finanzas personales, nos bendice materialmente, nos provee para todas nuestras necesidades. No debemos olvidar nunca que todo viene de Él y es para Él; todo lo hemos recibido de sus manos. El Salmo 118.25b lo confirma: «Te ruego, oh Jehová, que nos haga PROSPERAR ahora» (mayúsculas añadidas).
El salmista decía: ¡Te ruego Jehová! Es Jehová, el Dios Todopoderoso que nos prospera y nos bendice; afirmamos que si amamos al pueblo de Dios, Israel, y su ciudad eterna, Jerusalén y oramos por su paz, también seremos bendecidos, pues si amamos lo que Dios ama, también seremos prosperados. El salmo 122.6 afirma: «Pedid por la paz de Jerusalén, sean PROSPERADOS los que te aman» (mayúsculas agregadas). Ame y desee lo que Dios ama, entonces será prosperado y bendecido grandemente y la mano de Dios, por fe, traerá la prosperidad divina a su vida.