Por mi cabeza, que fue rubia hasta hace poco, que si la razón ha huido de ella, fue por tu causa, dulce Brangel. ¿Acaso no eras tú la encargada de guardar el brebaje que bebí en alta mar? Lo bebí durante los grandes calores, en una copa de plata, y la ofrecí a Isolda. Tan sólo tú lo supiste, hermosa joven. ¿Ya lo has olvidado