Al Sur De La Frontera, Al Oeste Del Sol

Entonces no lo sabía. No sabía que era capaz de herir a alguien tan hondamente que jamás se repusiera. A veces, hay personas que pueden herir a los demás por el mero hecho de existir.

os “quizá” tal vez existan al sur de la frontera. No al oeste del sol.»

en algunas cosas no se puede retroceder. Sólo se puede seguir avanzando

Donde no hay lugar para el compromiso no puede haber un término medio

Cualquier cosa, si sigue igual indefinidamente, va perdiendo energía.

Quizá, separarnos a los doce años y reencontrarnos a los treinta y siete haya sido lo mejor para ambos

Una vez a la semana veía a Shimamoto y hablaba con ella. Llevaba a mis hijas a la guardería y las iba a recoger; hacía el amor con mi mujer varias veces a la semana. Desde que veía a Shimamoto me acostaba con Yukiko más a menudo que antes. No era porque me sintiera culpable, sino porque abrazarla o que ella me abrazara era la única forma de sentirme aferrado a algo.

—Óyeme. No te acuestes nunca con mujeres estúpidas. Si lo haces, acabarás volviéndote estúpido tú también. Quien va con tontas, termina tonto. Pero tampoco vayas con mujeres que valgan demasiado la pena. Si te juntas con mujeres demasiado buenas, ya no podrás volver atrás. Y no poder volver atrás significa perderse. ¿Me entiendes?

A la mañana siguiente, la situación no podía sino complicarse más aún. Porque yo estaba enamorado. Y ya tenía una esposa. Y dos hijas.

—¿Y por qué no lees novelas modernas?

—Tal vez sea porque no me gusta que me defrauden. Cuando leo un libro malo, tengo la sensación de haber malgastado el tiempo. Y eso me decepciona