Si viera una al día y no repitiera ninguna, son deberes para toda la vida. Y lo cierto es que espero revisitar las que son más mulliditas, las que son «mi hogar». Dice Sabina que no hay que volver nunca a los sitios que nos hicieron felices, pero mi labor como analista y como albacea de un legado global hace que quiera seguir repitiendo las mejores. Hay que honrarlas y, además, nos deben dar consuelo en los malos momentos. Por eso hay que reconquistar los lugares seguros, hacerles el homenaje, sobre todo en etapas proclives a la depresión, como últimamente, cuando nuestro bienestar se ha visto más amenazado que nunca