La izquierda redescubrió una serie de tradiciones revolucionarias que habían sido suprimidas o marginadas a lo largo de todo un siglo –el anarquismo en primerísimo lugar– y reconoció una pluralidad de sujetos políticos antes ignorados o relegados a una posición secundaria. Las experiencias de los movimientos de la «alterglobalización», la Primavera Árabe, Occupy Wall Street, los Indignados españoles, Syriza, Nuit debout y los Gilets jaunes franceses, los movimientos feministas y LGBT y Black Lives Matter son pasos en el proceso de construcción de una nueva imaginación revolucionaria, discontinuos, alimentados por la memoria pero al mismo tiempo escindidos de la historia del siglo XX y privados de un legado utilizable.