Voy a marcharme y se levantará, Sylvain, pues ya no tiene fiebre y no debe andar regalándose mientras su madre se cansa atendiéndolo y perdiendo el tiempo en hacerle compañía. Luego comerá lo que le sirva su madre de mi parte. Es carne y ya sé que dice que está asqueado de ella y solo vive ya de hierbajos. Pero da igual, se forzará, incluso aunque le cueste, no dejará que se le note. A su madre le gustará verlo comer algo enjundioso; y, en cuanto a vusté, el asco al que se sobreponga y que disimule será menor la próxima vez y ninguno en la tercera. Ya verá si me equivoco o no. Adiós, pues, y que no me hagan venir por ahora por culpa suya, porque sé que no volverá a estar malo si no quiere estarlo.