Jim Morrison, líder de The Doors e icono de la contracultura, fue hallado muerto, con solo 27 años, en la bañera de un piso de París. Pocos saben que hasta llegar a ese trágico desenlace sufrió un brutal y absurdo acoso político, judicial, policial y mediático.
Morrison, el primer cantante de rock detenido en un escenario y uno de los primeros en sufrir la cultura de la cancelación, fue empujado a un demencial juicio en Miami y se enfrentó a enemigos tan poderosos como el presidente Nixon; J. Edgar Hoover; los medios de comunicación; decenas de reaccionarios leguleyos y un juez conservador con aspiraciones políticas. Pero, tal vez, su peor enemigo fue él mismo.