María no para de hablar. Manuel, su hermano pequeño, no hace más que oír su palabrerío. Mamá y Papá saben lo parlanchina que es y tienen que cuidar que María no se quede hablando con la gente en los lugares a los que va. Un día, algo muy extraño sucede: en el supermercado a María le cae una caja de cereal en la cabeza y, después del golpe, cuando intenta decir algo, no puede: su voz ha desaparecido.