Laura colgó, levantó los brazos, respiró hondo y los estiró antes de dejarlos caer. «Uf», suspiró, y en cuanto acabó de suspirar se enderezó rápidamente. Aguzó el oído. Daba la impresión de que todas las puertas estaban abiertas y de que la casa estaba llena de voces apresuradas, de pasos suaves y rápidos