Buda, drogas y pop

otro es que propone que no hay negación, porque en el inconsciente, incluso al negar algo, lo estás mencionando, como cuando hablas mal de alguien pero a la vez lo acabas de volver tema de conversación.

Freud describe el inconsciente dice que es atemporal, que ahí no hay tiempo, que las cosas no suceden según la secuencia de eventos en tu vida. Dice también que en el inconsciente no hay contradicciones, o bueno, que sí las hay pero que no son contradictorias. Puedes desear y no desear algo al mismo tiempo y ambos sentimientos son genuinos. Y que no hay diferenciación sexual,

el sinsentido es también una forma de sentido.

¿Por qué ser el centro del universo no resultó tan satisfactorio como esperabas?

Así es el Yo: un problema inventado para no lidiar con algo, digamos, escurridizo: la naturaleza de nuestra experiencia viviente.

irritamos con el mundo y entre más nos irritamos más irritables nos ponemos; cuanto más anhelamos algo más lo concebimos como inalcanzable y por ello más lo anhelamos. Se elabora de este modo una self-fulfilling prophecy, donde en vez de experimentar la naturaleza del mundo nos dedicamos a confirmar nuestras predicciones sobre éste.

Al habitar un reino de herramientas nos convertimos, a su vez, en otra herramienta.

Dentro de las tradiciones budistas el Yo se describe como efecto de un proceso de rebuscamiento.

Yo es un reiterado intento por reafirmar su propia existencia —de sí mismo, para el sí mismo que supone reiterar—. La pregunta es, ¿por qué tal insistencia? Digo, de no haber lugar para la duda de su solidez, no haría falta tal insistencia.

la experiencia del mundo no es igual cuando se está en relación directa con el entorno que cuando tal relación se ve mediada por la imagen de uno mismo. El Yo es mirar al mundo a través de una imagen de sí mismo.