Quisiera hablarme
en tercera persona,
pero él no me pierde.
En cambio el tú
hablando con el tú,
qué placentero,
sí, en la conversación,
entre dos,
no adentro de uno mismo,
donde todo rebota
y duele.
Y él, tan él,
tan misterioso,
mas no piranésico,
inalcanzable y libre.
Mi yo,
lleno de túneles frágiles
como mina de arena.