La juventud debe ser instruida en el sentido de que el sexo es sagrado, una experiencia reservada por Dios para el matrimonio. Ciertamente se les debe enseñar a los jóvenes el alto costo de la promiscuidad y los peligros de las enfermedades venéreas; y al salir con chicas, deben ser muy conscientes de que los cuerpos de ambos son templos del Espíritu Santo.