n su viaje hacia la isla, ella descubrió la huella que los humanos habían dejado antes de desaparecer: vastas y hermosas ciudades, sí, pero también tierras arrasadas por sus canciones. Tropezó con curiosas criaturas, dioses huecos y príncipes insignificantes en palacios carcomidos por el tiempo. Y consigo misma, también.
Pero, antes de todo eso, de las llamas, las sombras y los acertijos, ella conoció a un gigante.
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