Novela sobre venganza, ascensos y caídas del poder, situada en un país y con personajes muy similar a los de México. “El molino de sangre de Mendoza puso todo en uno de esos cruces de vive o muere normales en la política. La política siempre tiene prisa, hace ver todo urgente, turbio o claro, pero inaplazable. Sebastián parecía a punto de ser devorado por los cargos de sus tratos con el narco y por el pecado de escándalo que hacía ver a su padre como un rey viejo, lúbrico, preso de pasiones que manchaban a su hijo porque permitían adivinar en él esas mismas pasiones. Para jugar bien el torneo del poder no hacía falta ser honesto, pero había que parecerlo.