no estaba nada claro. Fitch quería estar al corriente de todo y no había nada más que hablar. Además, una cosa u otra tenían que vigilar. Era un día de poca actividad, sin juicio, y no se podía hacer otra cosa que esperar hasta que el jurado estuviera de vuelta.
Fitch, mientras tanto, permanecía reunido en su oficina con Swanson, el ex agente del FBI, que se había pasado casi toda la tarde al teléfono.