Teotihuacan fue la gran anomalía de Mesoamérica, pues sus viviendas multifamiliares que albergaban a los grupos corporativos organizados en oficios permitían la expresión de las colectividades multiétnicas y de sus identidades patentes en los diversos rituales funerarios característicos de cada grupo étnico.
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Este singular tipo de organización —la corporativa— tal vez también pudo modelar la forma de gobierno: un consejo de varias voces mitigaría la posibilidad de golpes de Estado.
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El poder corporativo giraba alrededor de símbolos e iconografía relacionados con el dios de las tormentas