Jean-Paul Sartre acusa a la izquierda de haber traicionado el movimiento revolucionario, y examina sucesivamente las posiciones tomadas por sus jefes. Considera el problema estudiantil no sólo en la realidad francesa sino también sobre el plano internacional. Sartre insiste acerca de la importancia de los vínculos obreros-estudiantes, y su optimismo se orienta respecto de esa nueva izquierda que se perfila fuera del PC. Como él mismo explica, sus teorías se oponen a las de Herbert Marcuse acerca del papel que desempeñan las fuerzas obrera y estudiantil en el curso probable de la revolución. En la segunda parte, el autor analiza algunos aspectos de su vida y de su obra.