sitios (e incluso algunas cuestiones que ni siquiera pretendías, pero que han sido identificadas por el público). Cuando esto ocurre, apenas basta un pequeño traspié para sentir que tu arte ocurre por inercia. Es normal creer que los verdaderos artistas saben lo que hacen y que, a diferencia de ti, se han ganado el derecho a sentirse bien con ellos mismos y con su arte. El miedo a no ser un verdadero artista hace que subestimes tu trabajo.
El abismo se ensancha aún más cuando las cosas no te salen bien, cuando parece que te falla la suerte o tus corazonadas no dan los frutos esperados. Y si te acabas creyendo la falsa idea de que hacer arte solo está al alcance de personas extraordinarias, tales periodos de parálisis y frustración solo te servirán para convencerte de que tú no eres un artista.