La vida transcurre dentro de un laberinto.
La mente es un laberinto que se ramifica en muchos caminos que vuelven a tropezar, algunos de ellos incluso después de haberse torcido y antes de tratar de enderezarse. Se llega a lugares sombríos, se entra, pero a veces ya no se sale.
Los relatos que aquí se presentan, son historias de sujetos que han luchado por mantener su subjetividad, por mantenerse vivos con su propia existencia. Son dramas de la intersubjetividad, en ocasiones repetidos en el espacio analítico, ese lugar llamado casi siempre consultorio; otros más los acompañamos y vivimos de cerca en cualquier rincón de nuestro ceñido hábitat.