Amor y odio:
“—Dori, lo siento. Mi resolución es firme. Me largo.
—Oye, Sonia, oye, sé cuerda. Piensa que tus padres te mantienen aquí de buen grado, que estás estudiando, que te falta un año. Que sólo tienes veinte años y un amor más o menos… No, si yo me lo digo a mí misma todos los días. Doris, no te enamores. Y no me enamoro.
Sonia ya lo sabía.
Como sabía también que Dori era una estupenda amiga. Pero ella se iba y la dejaba y dejaba Nueva York y la carrera y todo.
Para Dori aquello podría haber sido un amor intrascendente, pero para ella había sido trascendental.”