En Las distancias del cine Rancière desarrolla originalmente la relación entre política y estética en el ámbito preciso del cine. Sus reflexiones no se limitan a analizar películas de autor (Straub-Huillet, Pedro Costa), sino también las películas de los grandes directores del cine que han llegado a todos los públicos: las obras más conocidas del gran Hitchcock, de los míticos Rossellini, Bresson y Minnelli son objeto de rigurosos análisis siempre desde una perspectiva que el mismo Rancière llama “la política del amateur”. Porque el cine no es solo para críticos expertos. Como arte y entretenimiento, el cine pertenece a todos.