Esta es una historia real. Adalberto Amarillo, un actor solitario que recorre el centro de Medellín junto a su perro, no puede olvidar al único amor de su vida: Sonia Quintana, una galerista en bancarrota que migró a Nueva York cuarenta años atrás. Ambos comparten un mismo apetito: la carne humana. La soledad de la culpa es la única que acompañará a ambos personajes a lo largo de su vida. Una culpa asumida y otra, reprimida. La carne humana, el placer insaciable de las bestias, está en manos de un minúsculo y selecto grupo que encuentra en los más desfavorecidos y reprimidos su fuente de alimento, en un país donde matar por matar es un instinto y comer del muerto, una tradición. Entre los paisajes urbanos de Medellín y Nueva York, y el frío profundo de Nebraska, dos bestias saciarán su apetito sangriento para lamentar su condena en vida: no poderse amar.